Es ya conocido que la primera línea de Andalucía se constituyó entre Jerez y El Portal, que se amplió hasta El Puerto y luego hasta el El Trocadero, en Puerto Real. El objetivo de la misma era el traslado de las botas de vino hasta los puertos de mar para embarcar hasta el Reino Unido. En 1850 Luis Díez Fernández de la Somera obtuvo la concesión para construir y explotar esta línea, iniciativa que ya había querido sacar adelante su padre, José Díez Imbrechtss, en 1829 y que habría sido el primer ferrocarril español ya que la Barcelona-Mataró se inauguró en 1848.
Estel primer proyecto no prosperó pese a adherirse al mismo personajes como el obispo, el gobernador de Cádiz y el rey Fernando VII con 25 acciones. El ayuntamiento de Cádiz también compró cinco acciones con cargo a sus propios fondos. El de Jerez declinó el ofrecimiento oficialmente por falta de medios.
Ese mismo año se concede a Cádiz la condición de puerto franco en un intento de reflotar la actividad mercantil de la ciudad. Jerez había obtenido notables mejoras por la llegada de emigrantes enriquecidos procedentes de América atraídos por el lucrativo comercio de los vinos hasta el punto de trasladar oficinas provinciales a la ciudad y denominarse la provincia como “de Jerez de la Frontera”.
La linea hubiera tenido unos 6 kilómetros y un coste estimado en 1.500.000 reales de vellón, con un beneficio para los bodegueros por la reducción del coste del transporte a la mitad.
Las botas de vino se transportaban desde las bodegas en carretas tiradas por bueyes transitando por un arrecife hasta El Portal, donde existía un embarcadero sobre el Guadalete. Allí era trasvasado a pequeñas embarcaciones que lo llevaban hasta los muelles de El Puerto de Santa Maria, donde embarcaban para su exportación. Los bodegueros tenían además que pagar una tasa para el mantenimiento del camino y del embarcadero, lo que les ponía en desventaja respecto a los de El Puerto o Sanlúcar por el gasto y el lento transporte terrestre y fluvial.
La utilidad del vapor ya había quedado demostrada en maquinaria usada en La Carraca así como en la primera línea española de barcos de vapor con el “Real Fernando” entre Sevilla y Cádiz a través de Bonanza y el Guadalquivir.
Según los cálculos del promotor se preveían unos beneficios de 300.000 reales anuales con lo que en cinco años estaría amortizada la inversión y pasaría a dar beneficios. Imbreschts no consiguió el número suficiente de socios por lo que en 1834 se declaró la caducidad de la concesión.
El 22 de junio de 1854 se inauguraba la línea tras dos años de obras que supusieron un revulsivo económico y social Jerez. A los seis meses de funcionamiento ya habían realizado el trayecto 90.000 personas y el ferrocarril era apetecido por otras compañías por sus enlaces industriales con las firmas exportadoras.
Los promotores del Ferrocarril de Jerez al Río Guadalete, sustentado en el viejo proyecto de 1829 de Diaz Imbrechts, presentaron un nuevo proyecto de línea entre Jerez y el Río Guadalete el 1 de agosto de 1886. Fue aprobado el 10 de agosto de 1887 con 8.279,80 metros de línea y tres estaciones: Jerez, Las Canteras y Guadalete; con un presupuesto de 1.156.025,18 pesetas. El concesionario lo transfirió al jerezano Manuel J. de Bertemati en 1888. El nuevo concesionario pretendía transportar los caldos jerezanos y a la vez las calizas de la cantera de la sierra de San Cristóbal como material de construcción. El concesionario solicitó que se variara el ancho ibérico por el de vía estrecha métrico, autorizado en marzo de 1890 por Fomento.
Las obras se paralizaron en abril de 1889 deberían quedar terminadas el 17 junio de 1891. Los costos de las expropiaciones frenaron el proyecto al tiempo que el Ferrocarril Urbano era adquirido por Andaluces, desvaneciendo la posibilidad de llegar a una colaboración en los tráficos interiores de Jerez. La administración denegó la devolución de la fianza a la vez que inició el expediente de nulidad de la concesión.
Por el Ministerio de Fomento se publicó una orden en cuya parte dispositiva declaraba la caducidad con pérdida de la fianza de la concesión del ferrocarril de servicio particular y uso público de Jerez de la Frontera al Guadalete, otorgada en 6 de Junio de 1888 a Manuel José de Bertemati, Marqués de Bertemati.