El desarrollo de la industria promovió transformaciones importantes que afectaron a las ciudades, que crecieron en población y extensión, y en las que se asentaron las nuevas actividades industriales. Esto deterioró las condiciones de vida de sus habitantes obligando a los ayuntamientos a prestar servicios que se convirtieron en esenciales. Entre estos figuraba la iluminación por gas y electricidad, que reemplazó al alumbrado por aceite y petróleo durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
En Andalucía se conoció pronto el gas si bien su uso como producto que se suministra de manera regular fue relativamente tardía en comparación con sus inicios en Londres en 1812.
El gas era más eficaz, estable y seguro, lo que contribuía a mejorar la seguridad ciudadana. Este sistema puso fin a una forma de vida condicionada por la luz solar ya el alumbrado con aceite y petróleo solo se prolongaban hasta las primeras horas de la noche y eran interrumpidas cuando había luna llena. Proporcionaba prestigio a los consistorios y los comercios pues el gas se asociaba con la modernidad. También el gas fue utilizado como fuente de movimiento (motor de gas), lo que aumentó la productividad de la industria al extender la jornada laboral durante la noche y mecanizar algunas operaciones que necesitaban menor potencia que la dada por la máquina de vapor. Por último, los motores de gas permitieron que las empresas continuasen su actividad en los cascos urbanos una vez que las calderas de vapor fueron prohibidas por su peligrosidad y los daños que ocasionaban a la salud de la población.
En Andalucía los ayuntamientos optaron por la concesión a una compañía privada para que se encargara de la prestación del servicio debido a la falta de medios económicos y personal capaz de gestionar una actividad que era compleja. Los convenios firmados desde 1840 a 1870 establecían para los concesionarios la exclusividad del alumbrado público y privado. La mayor parte del consumo se destinaba a iluminación.
En los datos de consumo por habitante destacaba la ciudad de Cádiz con cifras similares a Barcelona. La implantación y el consumo por habitante fueron bastante bajos en Andalucía debido a la dependencia del carbón inglés. Este detalle nos ayuda a entender la localización de los núcleos con gas en las cercanías de las líneas del ferrocarril o en las costas. Los bajos niveles de renta de la población explican que las compañías de gas optasen por las ciudades más pobladas. También contribuyó la escasa aceptación que tuvo la luz de gas entre las corporaciones municipales, que tardaron en decidirse. Además, a finales del siglo XIX llegó la electricidad caracterizada por el predominio de centrales térmicas alimentadas con carbón.
En San Fernando podemos hablar del antiguo ramal ferroviario que comunicaba la estación con la desaparecida Fábrica del Gas hasta donde transportaba el carbón de cok con el que se fabricaba el gas empleado en el alumbrado público y privado de la ciudad. En 1879 el ingeniero Federico Gil de los Reyes proyectó el enlace ferroviario de la línea de Sevilla - Cádiz, con la fábrica de Gas.
Sobre esta empresa aparece referencia del 16 de septiembre de 1896 cuando el ingeniero Federico Gil de los Reyes presenta una solicitud al alcalde para tender hilos subterráneos o aéreos para distribución de alumbrado eléctrico. Actuaba en representación de la sociedad que llevaba su nombre, propietaria de la fábrica del gas de San Fernando y concesionaria del alumbrado público mediante ese fluido.
La calle Ramón y Cajal ha sido conocida tradicionalmente como “Callejón de los Alambres” debido según unos a las alambradas que había en los límites de las huertas que ocupaban ambos lados del mismo y según el trabajo de Juan José Maruri Niño sobre la denominación de las calles de San Fernando porque por esta calle discurría el tendido eléctrico desde la "fábrica del gas", que se encontraba situada pasada la estación. El tendido una vez pasado el Callejón de los Alambres llegaba a la Plaza Tetuán de donde partían dos ramales: uno por la calle San Rafael y otro por Calatrava para distribuir la electricidad a toda la ciudad.
De esta información se deduce la inmediatez de la fábrica de gas con la antigua estación por lo que el ramal tendría una corta longitud desde la línea principal.